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Se cumple un año de la pascua del p. Bruno Pietrobón fdp


Nuestro querido y recordado padre Bruno Pietrobón partió a la casa del padre hace exactamente un año, el 24 de diciembre de 2021 en la ciudad de Viña del Mar, a los 91 años de edad. 72 de profesión religiosa y 62 de sacerdocio. Misionero durante 23 años en España y 39 en Chile. Le recordamos con cariño y queremos revisar su biografía y legado en las siguientes líneas, agradeciendo a Dios por su presencia en nuestro país.

 

Don Bruno Giovanni Pietrobon Montagner, nació en Roma el 13 de marzo 1930 en el seno de la familia de Raimundo Pietrobon y Elena Montagner. Raimundo era un agricultor autónomo nacido en Paese (Treviso) y Elena nació en Monastier (también de Treviso). Se trasladaron a Pantan Monastero en la provincia de Roma cuando ya tenía dos hijos. Tuvieron una gran familia de 14 hijos, entre los que Bruno ocupaba el sexto lugar: Ivo (murió con 14 años de una peritonitis, estaba en el seminario de Don Giovanni Calabria, Roma), Ilva (murió en 1972), Imelda (murió en 2018), Igino (Sacerdote diocesano de Roma, estudió en el seminario de Don Giovanni Calabria, murió en 1989), Enzo (muerto con 22 años cuando hacía el servicio militar en un accidente con otros compañeros), Bruno, Clara (murió en 2014), María (vive, tiene 88 años), Gabriele (vive, tiene 86 años) Ivoneo (vive, tiene 84 años), Ubaldo (vive, tiene 82 años), Giangiacomo (vive, tiene 81 años), Nereo (Con síndrome de down, murió en 2014 con 72 años) y Gabriella (murió en 2011).

Bruno frecuentó la escuela elemental y primaria en Pantan Monastero (Roma), su lugar de nacimiento. Entró en el seminario menor el curso 42/43 recomendado por Don Gino Bressan que celebraba algunas misas cerca de la familia Pietrobon. Primero en el seminario menor de Patrica (Frosinone) y después realizó todo el ciclo formativo en la casa de Santa María (Roma), Villa Moffa di Bra y en el teologado de Tortona. Realizó su primera profesión el 11 de octubre de 1949 y su profesión perpetua 11 de octubre de 1955, recibiendo las órdenes sagradas el 29 de junio de 1959.


Enseguida después de su ordenación fue enviado a España donde la Congregación llevaba poco tiempo. Sirvió a la Congregación en España durante 23 años, del año 59 al 82. Destinado principalmente, en varios periodos, al seminario de Dicastillo (Navarra), pero también en las casas (seminarios menores) de Cascante y Frómista. Del 72 al 75 estuvo encargado de los estudiantes de filosofía y teología en Madrid y del Hogar Don Orione. Por ello casi todos los alumnos y seminaristas de Don Orione de España lo tuvieron como profesor y formador. Los exalumnos lo recuerdan como un profesor serio y exigente en griego, matemáticas y Francés. Todos guardan un grato recuerdo del Padre Bruno. “En su despacho de director, al que se podía acceder fácilmente y podías conversar de todo. Persona, con carácter, convincente en sus creencias. Siempre dispuesto a escucharte”. Y como religioso orionista dejó importantes huellas, muy trabajador, buen compañero, fiel y puntual en los horarios comunitarios y en todas las obligaciones. Todos le recuerdan también por su sentido del humor no carente de ironía… “Chico, chico, tú que eres un buen electricista… ve y apaga aquella luz del pasillo”.

A finales del año 1982 los superiores de la Congregación piensan en él para la Viceprovincia Ntra Sra del Carmen (Chile). Por su experiencia en la formación fue destinado a Cerrillos como encargado del seminario (filósofos y teólogos profesos) y formador del 82 al 93. Luego, del 94 al 2000 ejerció también las funciones de Viceprovincial. Terminado el periodo como viceprovincial volvió a la formación y ejerció también como representante legal del Colegio Don Orione de Cerrillos y luego lo vemos en también como representante legal del Colegio de Quintero. Posteriormente fue enviado por unos años al Pequeño Cottolengo de Rancagua. Desde el año 2014 se le pide volver a Quintero y allí se encarga del Pequeño Cottolengo y de la escuela de Educación Especial. El último año aún era el encargado de la Escuela de Educación Especial y un gran ejemplo en la comunidad: austero, puntual, cumplidor; tal y como había vivido toda su vida.

Hacía un par de meses que no se sentía bien, estaba padeciendo una diverticulitis la que estaba siendo controlada. A principios de diciembre se encontró mal y fue internado en una clínica de la ciudad más cercana, Viña del Mar, recibió la Unción de los enfermos de manos del padre Pedro Ferrini. Y el 24 de diciembre, víspera de la Navidad, tras una crisis cardio respiratoria fue llamado por Dios Padre a recibir el premio de la vida eterna. Sus restos mortales descansan en el bonito cementerio del Pequeño Cottolengo de Cerrillos junto a los otros religiosos orionistas fallecidos en Chile.


Padre Bruno siempre se caracterizó por su austeridad, su inquebrantable voluntad de ser un buen religioso, dando testimonio de su vida religiosa y sacerdotal. También en Chile por sus manos de formador pasaron prácticamente todos los religiosos chilenos y guardan un excelente recuerdo. Sereno y padre ejemplar de todos. Sabía escuchar a todos y siempre predicaba con el buen ejemplo. Se recuerdan sus frases lapidarias. Si alguno se dormía por las mañanas: “Se te ha echado en falta en la oración…”. Otra respuesta característica: “-Padre, me han invitado unos amigos a cenar… - Pues se agradece…”. En fin, tantas y tantas anécdotas de los jóvenes orionistas en formación con el Padre Bruno. También muchos feligreses de Cerrillos le recuerdan con cariño, sus visitas a los enfermos, a las familias en momentos de dolor por la pérdida de algún ser querido. Por muchos años iba a confesar al Santuario de Maipú algunos sábados y domingos por la tarde y en la ida y la vuelta visitaba a alguna familia con su pequeño auto…

Con su familia en Roma tenía una relación cercana. Viajaba de vez en cuando y visitaba a todos. Su sobrina Margherita, quien nos ha proporcionado muchos de estos datos, tenía una relación especial y cercana con su tío. En los últimos tiempos era la persona de enlace con la familia. Hablaban frecuentemente por teléfono. Nos dice que amaba profundamente a España y Chile y lo define como un sacerdote sonriente, tranquilo, sereno, siempre pronto a la escucha. Siempre quería saber cómo estaban todos sus hermanos y sobrinos, uno por uno… A veces sabía él más noticias que yo misma.

Y terminamos con unas palabras de su sobrina que queremos hacer también nuestras: “Creo hablar en nombre de todos: Hermanos, sobrinos, parientes y amigos al decir que era un gran y humilde sacerdote, un gran y humilde hombre. ¡Buen viaje hermano, tío, amigo! Lloramos tu ausencia pero te sentimos muy cercano. No te olvidaremos nunca porque siempre has estado y estarás con nosotros”.

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