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Nace el proyecto “Corazón Sin Fronteras” para atender a los prófugos venezolanos


​​En Chile sabemos del creciente desafío migratorio. En todas las comunidades orionistas se están haciendo pequeños y grandes gestos para acoger a estos hermanos nuestros que vienen en búsqueda de oportunidades, sin embargo, la Obra Don Orione a nivel latinoamericano ha querido ir más allá y abrió una nueva comunidad religiosa para atender la emergencia en la frontera más complicada entre Venezuela y Brasil: Pacariama.

La iniciativa, a ejemplo de una de las notas características del Fundador se llama “Corazón Sin Fronteras” y se desarrolla en la principal puerta de acceso terrestre para el pueblo venezolano en fuga.

El proyecto reúne a las provincias religiosas de América latina, bajo la coordinación de la provincia de Brasil Norte, y tiene como desafío sostener pastoralmente y acoger a los prófugos que, en número creciente, están arrancando de Venezuela hacia Brasil. Se trata de una verdadera marea humana: hombres, mujeres y niños que tienen necesidad de todo.

Un religioso está ya presente: padre José Sebastiao Barros da Silveira, a él se unirá en estos dias otro orionista, el padre Miguel Alberto Fernández. Ambos trabajarán junto al párroco padre Jesús López Fernández de Bobadilla, un misionero español actualmente incardinado en la diócesis de Roraima.

El equipo de la Pequeña Obra, además de trabajar con la comunidad en la misión evangelizadora, tiene el arduo desafío de acoger y ayudar a quienes están atravesando la frontera, especialmente los indígenas venezolanos que arrancan del hambre, de la falta de servicios sanitarios y de la exclusión. Actualmente la situación ha empeorado a causa de las intensas lluvias e inundaciones.

La nueva misión nace de la invitación lanzada por el superior general don Tarcisio Vieira que ha subrayado: “nosotros somos don Orione hoy. ¿qué respuesta daremos al pueblo venezolanos en nombre de nuestra identidad de hijos del gran apóstol de la caridad, padre de los pobres y benefactor de la humanidad sufriente y abandonada?”

​​Nos sentimos -explica don Tarcisio- interpelados de la dramática situación del pueblo venezolano, quienes en gran número están atravesando los confines brasileños en busca de mejores condiciones de vida. En la frontera entre las dos naciones estamos asistiendo a una verdadera emergencia pastoral y humana. Por esto, en acuerdo con el Obispo de Roraima, Monseñor Mario Antonio da Silva, hemos decidido de aceptar este nuevo desafío.

Contribuyamos con nuestra oración para que prontamente el pueblo venezolano pueda restablecer la paz social y política, y si está en nuestras manos ayudar a alguno de estos hermanos migrantes hagámoslo sin dudar, con la convicción cristiana plasmada en el capítulo 25 de Mateo: “Porque tuve hambre y me diste de comer, porque tuve sed y me diste de beber, era forastero y me recibiste…”


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